viernes, 1 de abril de 2011

JOAQUIN A. VARGAS Y CHAVEZ (PIN-UPS, EL EROTISMO INOCENTE)

JOAQUIN ALBERTO VARGAS Y CHAVEZ fue un pintor de modelos pin-ups, al que se conoció artísticamente como Vargas. Nacido en Arequipa, Perú, el 9 de febrero de 1896, adoptó de mayor la ciudadanía estadounidense. Hijo del pionero de la fotografía arequipeña Max T. Vargas, la situación económica de su familia le permitió estudiar en Suiza y Londres, y vivir luego la bohemia del París de antes de la primera Guerra Mundial. 



Los museos de París fueron toda una revelación para el adolescente Alberto Vargas. Dibujó las obras del Louvre, en especial las estatuas griegas, aprendiendo a dibujar las formas humanas sin nada que ocultara la belleza física del ser humano. En París encontraba por todas partes exhibiciones de desnudos que lo inspiraron para mejorar su arte. Fue un autodidacta y un artista innato.


Se instala en Nueva York en 1916 y en esa ciudad donde prosperará su oficio hasta ser aclamado como uno de los ilustradores más notables del siglo XX: el más artístico en el retrato de las pin ups. 



Pin-up es una modelo cuyas fotografías o dibujos figuran en las tapas de las revistas, posters o en calendarios. La expresión "pin-up" se popularizó en USA a partir de 1940 y luego se fue haciendo popular internacionalmente. Con este nombre se conoce a las chicas bonitas posando en actitudes sugerentes, sonriendo y saludando o mirando a la cámara fotográfica. El éxito fue tan rotundo que, con el tiempo, llegó a influir en el cine, la televisión, la publicidad, los cómics, etc. Vargas fue uno de los más destacados cultores de estas figuras femeninas a través de sus precisos y elegantes dibujos, a la acuarela, grafito y aerógrafo. 

Estando solo en Nueva York, casi sin saber el idioma, no le quedó otra alternativa que dejar de pintar imitando a los grandes artistas europeos para dedicarse a hacer un trabajo que le brindara beneficios económicos inmediatos. Trabajó retocando negativos para un fotógrafo de la Quinta Avenida. Luego dibujó cabezas y sombreros y, después, fue artista "freelance" vendiendo sus dibujos. 



Su suerte cambia cuando el empresario de espectáculos de revista Ziegfeld, queda maravillado por las cualidades artísticas de Vargas y lo contrata para que retrate a las "Chicas Ziegfeld". Las pautas de su trabajo eran: que la sensualidad y la seducción fueran la clave, y que el sexo debía ser sugerido pero nunca evidente. Vargas tenía que expresar su arte entre los delgados límites del arte con clase y estilo de un desnudo de mujer, y la simple obscenidad. 



En los años '30 trabaja para la Fox pintando a las divas de la época. Para entonces ya estaba casado con Anna Mae Clift: una bella bailarina pelirroja de quien se había enamorado al verla pasar, que fue su musa, primera modelo y el amor de su vida. 

Cuando estalló la II Guerra Mundial Vargas participó en una huelga de artistas y fue puesto en la lista negra acusado de comunista. Tras la represalia de ocho meses sin trabajo lo llaman de la revista "Esquire”, una de las publicaciones para hombres más leídas de la época. Los editores le hicieron firmar "Varga", sin ese, y le dieron un contrato que con los años resultaría insultante. 

Adquirió fama en los años 1940, al crear las imágenes estilo pin-up para la revista, los ‘50 fueron su época de oro. 



Las "Varga Girls" fueron un éxito desde el primer día. Sus dibujos y calendarios se convirtieron en un símbolo para "elevar" la moral de las tropas. No había soldado que no tuviera una chica Varga en su taquilla o un avión que no luciera una chica Varga en el fuselaje. Las "Chicas Varga" se convirtieron símbolo del esfuerzo bélico de los EEUU, debido a su poder de penetración en el mercado. 





La relación con los editores de Esquire se deterioró a raíz de la batalla legal por la utilización del nombre «Vargas» y porque lo explotaban pagándole poco y haciéndolo trabajar como un esclavo. La revista lo llevó a juicio, que por supuesto ganó, provocándole problemas financieros hasta la década de 1960. 


Vargas se vio obligado a hipotecar su casa y conseguir plata diseñando pañoletas, corbatas, artículos de tocador, y cuanto estuviera a su alcance para poder subsistir. En medio de esa terrible situación económica, deben operar a su esposa de cáncer, la pareja estaba quebrada y el médico les financió la operación. 

Entonces comienza a a colaborar en la revista Playboy, donde firma por fin sus pinturas como las «Vargas Girls», en las tapas y cuerpo de la revista. Su carrera vuelve a florecer y realiza exhibiciones por todo el país. Las "Chicas Vargas" volvieron a aparecer ocasionalmente hasta que, en 1960, comenzaron a publicarse mensualmente. En total, Playboy publicó 152 pinturas de Vargas. 




Vargas nunca quiso mostrar el vello púbico en sus pinturas, tanto por respeto a las modelos como por respeto a su esposa. Los dibujos de sus chicas tienen una carga erótica acentuada pero no cruzó, por convicción personal y artística, la barrera de la pornografía. Lo suyo era retratar el cuerpo de la mujer con sensualidad y gran sutileza de líneas. 

Con la muerte de su mujer en 1974, Vargas quedó desolado y desamparado y poco a poco dejó de crear. La publicación de su autobiografía en 1978 despertó nuevamente el interés por su trabajo, sacándolo parcialmente de su autoimpuesto retiro. Realizó algunas obras, como la portada de unos álbumes musicales.




En 1979 viajó a Europa para una exposición y fue homenajeado como nunca en EEUU. Falleció a causa de un accidente cerebrovascular el 30 de diciembre de 1982, a los 86 años. 

Su trabajo típico está hecho con acuarela y aerógrafo. Tanto es así que, en la comunidad de pintores con aerógrafo, el máximo galardón es el Premio Vargas. 


Sus imágenes retratan a hermosas mujeres de proporciones idealizadas, desnudas, semidesnudas o vestidas elegantemente. Los rasgos artísticos de Vargas son los dedos y pies esbeltos, con uñas pintadas a menudo de rojo.


Vargas trabajaba sus originales en óleo, pastel o tinta. Su preferencia era la acuarela y ninguna de las reproducciones que se ven en la actualidad hace justicia al arte perfecto del artista con las tonalidades y la plástica que esas obras poseen. 


Los retratos de 1920 y 1928, revelan la facilidad que Vargas tenía para animar la figura femenina con sombras al estilo de los pintores Rembrandt y Vermeer. Pero el pintor Alberto Vargas, por razones de necesidad, se convirtió en el "Rey del Arte Pin-up": el retrato colgado en la pared. 




La técnica en su dibujo es limpia, con un trazo seguro y justo. Es admirable cómo usa la acuarela, con la que afronta cosas tan difíciles como marcar con delicadeza el músculo de la mujer. La acuarela es esparcida con aerógrafo. Esa textura delicada de volumen no sería fácil de reproducir con pincel o esponjas. 

El tema de las pin-ups es un arte fácilmente asimilable para el espectador, es sensualmente gratificante a la vista y con un alto nivel de sofisticación. Aún hoy su influencia se ve en la imagen de la sensualidad de ciertos iconos femeninos de la música 80's y post 80's: mallas, panties, tacos altos, corsé, transparencias. 




















































































































No hay comentarios:

Publicar un comentario